sábado, 3 de diciembre de 2011

Diana Cristina Arbeláez Vera


Carmen de Viboral, 1985. Proviene de una familia humilde, campesina, de educación costumbrista y típica de la región del oriente Antiqueño.

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Perdida

     Esclava del rubor,
del labial carmesí,
ramera del consumo
y de lo que el mundo ofrece.
     Sanguijuela del dinero
y  de la posición,
dime qué escondes,
dime quién eres.
     Qué hay detrás de ese escuálido cuerpo,
qué queda de ese profano templo.
     Tus ojos no brillan de felicidad,
tu rostro no expresa alegría alguna.
     Eres un adorno más;
no sabes otra cosa que lucir objetos
y saciarte de manjares vacíos y obsoletos.
     Dime esclava del mundo:
quién te podrá liberar,
qué libertador te quitará las vendas.
     Dime qué ansiada vida te espera.




Una mirada a mi obstinación

     Enjaulada en mis grandes miedos,
en la codicia de matar el pasado
y exprimir los recuerdos
hasta convertirlos en milésimas de átomos,
     para hacer de mi penosa vida
una lúgubre existencia
que camina por senderos oscuros y tenebrosos.

     Busco lo que algún día quise ser
y ahora intento demostrar que soy.
     Aunque muerta, aún vivo;
me pregunto: cómo hago para respirar,
para transmitir calor
y hacer creer que siento
esa cosa empalagosa
que todos llaman amor;
que produce besos y abrazos
como si fuera un dulce para lamer.

     Qué repugnancia me da cuando intentan convencerme que estoy viva,
si soy feliz experimentando el frío de la muerte.

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