lunes, 2 de mayo de 2011

Marisol Lopera


Entrerríos, Antioquia, 1992. Es egresada de la Institución Educativa Escuela Normal Superior Pedro Justo Berrío de Santa Rosa de Osos. Actualmente estudia 3er. semestre de Educación Especial en la Universidad de Antioquia: Aunque la academia se apodera incluso de la inspiración, siempre hay espacios que se prestan para parir un buen poema”, dice.

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De una noche cualquiera… (Esa del 26 de Marzo de 2011)

Era inevitable perder la noción del tiempo y del espacio, resultó casi imposible guardar la compostura, por un momento sentí, o quizá presentí, que la razón me había abandonado, probablemente a ambos. Y no le di importancia a mi aliento casi insecticida, ni al tuyo, pareciera que perseguíamos otra cosa, quizá buscábamos un poco de imposibilidad o nos rendimos ante el ineludible contacto.

Tal vez fue demasiado tacto sólo para dos pares de manos, hubo más piel que latidos, hubo más besos que sonidos. Y en medio del intento de expedición apareció, con una voz casi irreconocible, ese maldito par de palabras que interrumpió nuestro burdo intento por despegarnos del suelo: “No más”.

Volvió entonces la razón, como siempre matando los vuelos, sonriendo, sabiendo que no habría jamás otro intento. Y con cierta nostalgia, dí media vuelta, cerré los ojos y regresé al país donde todo es posible... El de mis sueños.




Crónica terminal

…Ese miedo a perder, la soledad, camas vacías, habitaciones habitadas de recuerdos, vidrios estáticos esperando con esperanza el calor que les diera un poco de neblina, de letras; llanto, dolor, ausencia de todo, de todos… Tanto cariño, los vuelos, los besos, la tierra que abrazaba cada paso, el cielo que se iluminaba a cada beso, era eso, eso y las ganas de no sentirse sin remedio… El miedo, el vacío, las palabras que no podían abarcar los silencios, ojos inflamados, rojos, vencidos, apagados… Y esas lágrimas, ajenas, confundidas, derramadas, incontenidas, injustas, vivas y queriendo fallecer ante tanto sinsabor.

Prediciendo el final… Soledad, la soledad… 

El sol apagado, los ojos vacíos, las manos sin olfato, las camas sin tacto, los dedos sin sabores… Los abrazos eternos, pero finitos, moría de sed cada recuerdo, tal vez era la hora de decir adiós, desaparecer, renunciar, olvidar, terminar…

Vuelve cada recuerdo con cada calle conocida, los pasillos, la habitación, el mirador, cada uno de los lugares recorridos, vuelven devorando el olvido, falleciendo, implorando más vuelos… Memorias del final…